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A medida que incrementamos la complejidad en el aprendizaje de cualquier deporte o actividad motriz, observamos en nuestros alumnos un aspecto crucial para nuestra disciplina: su capacidad de adaptación. Si logramos que nuestros estudiantes estén preparados para enfrentar cualquier variante, modificación o cambio, así como para abordar nuevas incertidumbres en sus propuestas motrices, estaremos formando individuos más competentes en el ámbito motor.
Una manera sumamente interesante de generar incertidumbre y aumentar la complejidad en las tareas motrices es mediante el uso de implementos. Estos pueden ser específicos de cada deporte, como raquetas, bates, sticks o palas. Sin embargo, en el caso que vamos a presentar a continuación, incorporaremos un implemento que tiene poca o ninguna relación con la práctica deportiva que llevaremos a cabo: unos escudos de espuma.
¿Cuál es el objetivo de esta estrategia? Fomentar tanto la motivación intrínseca como la extrínseca, mejorar el desempeño en varios deportes y facilitar la adaptación que tanto deseamos. Y solo nos queda añadir un toque creativo para transformar nuestras clases en una auténtica aventura.

Todo reto cooperativo necesita un objetivo común. En este caso, vamos a emplear los escudos de espuma para que, a modo de “pared”, podamos impulsar las pelotas de goma espuma y conseguir llevarlas de un punto a otro de nuestro particular puente.
Dividiremos la clase en grupos de 6-8 personas, en función del nivel de habilidad de nuestros alumnos. Se irán colocando en dos hileras enfrentadas, pero alternando espacios, de tal manera que el impulso del escudo a la pelota permita llevarla al siguiente escudo y, así, golpeo tras golpeo, lograr transportarla sin que caiga al punto final.

En este reto cooperativo lo que vamos a intentar es que los alumnos aprendan a usar el escudo como implemento de golpeo a un móvil. Dividiremos la clase en pequeños grupos de entre 5 y 6 jugadores. Pretendemos realizar el mayor número posible de golpeos sin que la pelota pueda tocar el suelo. Para ello, deben usar únicamente los escudos.
Para conseguir que el reto sea grupal y común a toda la clase usaremos la técnica de marcador colectivo. Cada grupo practica de forma independiente pero su mejor puntuación será sumada al marcador común de la clase. ¿Cuál es la máxima puntuación que conseguimos entre todos? ¿Podemos conseguirlo usando el escudo en el otro brazo? ¿Seremos capaces de hacerlo sin que un jugador pueda repetir más de dos golpeos seguidos?

Una propuesta muy interesante con este tipo de materiales es introducirlos en diferentes deportes y juegos modificados que permiten al alumno alcanzar la dinámica de juego de estos deportes con mayor facilidad. Ya sea facilitando aspectos relacionados con su técnica o con elementos tácticos del juego.
En esta propuesta motriz empleamos un juego modificado de iniciación deportiva, concretamente un juego modificado por exageración, en el que centráremos el objetivo y cambiaremos el espacio de juego. En este juego de cancha dividida, dos equipos se enfrentarán en un campo separados por una red o goma. El número de jugadores por equipo es variable, aunque se recomienda que no sea muy numeroso.
Deberán hacer llegar el balón al otro lado de la cancha para conseguir un punto, pero, para lograrlo, únicamente podrán golpear el balón con los escudos. Al mismo tiempo, el otro equipo debe conseguir que el balón no toque su campo y, para ello, podrán valerse igualmente de dichos escudos.
¿Qué conseguimos con este tipo de propuestas?
· Facilitar la comprensión y ejecución de aspectos técnicos tan complejos en un deporte como el voleibol.
· Simplificar reglas e igualar niveles de habilidad entre los alumnos.

Nos adentramos en una propuesta para desarrollar aprendizajes relacionados con una iniciación deportiva de un deporte de cancha compartida o de invasión, en este caso, el balonmano. Vamos a introducir los escudos en un juego modificado por representación y exageración. Nos centraremos en un objetivo, llevar el balón a campo contrario y conseguir un punto o gol.
¿Cómo lo conseguimos? Los alumnos se dividen en dos equipos. En el área del equipo contrario se sitúan dos compañeros del equipo atacante. De esta manera, mediante pases, deben conseguir realizar un lanzamiento y que uno de los dos compañeros que están en el área logre recibirlo con el escudo. O lo que es lo mismo, deben conseguir impactar con el balón en los escudos de los compañeros.
Deben cumplir las siguientes normas:
· El jugador con posesión de balón no puede moverse ni desplazarse.
· El balón no podrá ser quitado de las manos.
· Se pierde la posesión si el balón cae al suelo o si el equipo defensor corta un pase en el aire.
· Ningún defensor puede entrar en el área de puntuación.
· Podemos aumentar las posibilidades de éxito aumentando el número de “receptores”.
Uno de los juegos favoritos de todos nuestros alumnos es el “cementerio o balón quemado”. En él dispone de varios balones y, situados en una cancha dividida y dispuestos en dos equipos, deben intentar lanzar e impactar en los jugadores contrarios para conseguir eliminarlos, al mismo tiempo que deben conseguir evitar ser eliminados.
Si lo transferimos a nuestros queridos deportes alternativos, nos encontramos con el Datchball, creado por el profesor Roberto Navarro en 2006 y que es un éxito en nuestras clases, por el nivel de motivación y participación de los alumnos. ¿Qué ocurre si permitimos que los alumnos se defiendan con un escudo?
Por un lado, la complejidad es mayor, ya que tanto el lanzamiento como la posible recepción se limita a una única mano. Pero, por otro lado, permite una defensa muchísimo mayor.
Tras ponerlo en práctica, nos hemos dado cuenta de que la motivación se dispara aún más, y vemos que alumnos que tienen más dificultad y que tienden a evitar los impactos, pueden arriesgar más al sentirse más seguros, por lo que su nivel de participación aumenta.

Cuando comenzamos a practicar y enseñar un nuevo deporte, nos encontramos con alumnos que muestran desconocimiento en la dinámica de juego, ya sea por su dificultad técnica, táctica o de ambas. Con los deportes alternativos este aspecto se iguala mucho más entre todo el alumnado, ya que partimos de un desconocimiento general, evitando herencias motrices previas.
Si a esto le añadimos variables que permiten adaptarse al alumno y no al revés facilitando su comprensión y ejecución, podemos convertir estas propuestas en algo mucho más agradable para el alumnado.
Esto es lo que vamos a realizar con el deporte del Launchball y los escudos de espuma. Este deporte alternativo de blanco y diana tiene como objetivo el derribo de unas “bases” del equipo contrario, consiguiendo la mayor puntuación posible.
Para muchos alumnos, este proceso de lanzamiento y derribo, así como su correspondiente fase defensiva, resulta complejo. Especialmente si lo ponemos en práctica con alumnos de diferentes edades simultáneamente.
Vamos a utilizar los escudos como un proceso gamificado. Cada equipo podrá disponer de dos “cartas escudos”. Estas cartas permiten que dos componentes de su equipo puedan usar estos escudos para proteger sus bases. Estas cartas permiten una estrategia de equipo, ya que, como sabemos, las bases tienen diferente puntuación y deberán decidir quiénes pueden poseer estos escudos.
Tras llevarlo a la práctica hemos descubierto que esta variable convierte la dinámica de juego en algo mucho más interesante y motivadora para los alumnos.

Después del uso de este material y de introducirlo en distintas y variadas propuestas motrices, podemos decir y citar una serie de beneficios como son:
· Fácil manejo y ligereza, lo que le hace apto para varias edades.
· Es muy positivo para aquellos alumnos que rehúyen los juegos y deportes con impacto o de blanco-diana, por miedo o inseguridad.
· Permite adaptar los niveles, creando una mayor inclusión en clase, especialmente con grupos muy heterogéneos, con diferentes niveles de edad, colegios rurales agrupados o alumnado con necesidades educativas.
· Aumenta las posibilidades y enriquece la práctica de muchos deportes de lanzamiento y derribo.
El material presentado en este artículo cumple con todas estas características. Ahora depende de nosotros, como docentes, utilizarlo de manera adecuada. Las posibilidades son infinitas y nuestros alumnos están ansiosos por explorarlas. Nos vemos en el patio…

Agustín Rodríguez Jiménez
Nacido en Logroño en 1982, ejerce su labor docente en la ciudad que le vio nacer. Maestro de Educación Física funcionario de carrera desde 2009. Actualmente imparte clase en el CEIP VARIA de Logroño desde el año 2015.
Su gran pasión es el patio y la iniciación deportiva. En sus últimos años ha destacado por sus proyectos de dinamización de patios y recreos activos, presentando varias ponencias en congresos a nivel nacional como CIEF o en las Jornadas de innovación en Educación Física de la Rioja INNOVAEF.
Amante de los modelos pedagógicos, es fiel seguidor del modelo comprensivo en la enseñanza del deporte. Maestro de vocación, siempre usa una frase " Lo mejor de un maestro es nunca dejar de ser alumno"