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Los recursos materiales son aquella serie de útiles que nos permiten plantear y llevar a cabo diferentes situaciones de enseñanza-aprendizaje que permitirán que nuestro alumnado progrese en su desarrollo evolutivo. Dentro de este tipo de recursos podemos encontrar: materiales fijos o empotrados (canastas, espalderas…), gran material de difícil manejo (colchonetas, porterías…) o pequeño material transportable. Centrándonos en esta última subclasificación, podemos afirmar con escaso margen de error que las pelotas son el material estrella.
En los cuartos del material de Educación Física hallamos, por lo general, unas pelotas y balones destinados a actividades específicas como puede ser el baloncesto, el vóley o el fútbol sala; y otras que, por sus características (diferentes tamaños, materiales, tacto…), son más polivalentes y nos van a permitir articular con un mismo material múltiples tareas o situaciones que facilitarán el desarrollo y adquisición de las habilidades y destrezas motrices de los alumnos y alumnas.
Es acerca de estas pelotas más polivalentes, en concreto las pelotas arcoíris, sobre las que se va a hablar en esta entrada. Se van a plantear en primer lugar varias propuestas que tendrán como eje vertebrador, además de la pelota, las etapas que podemos encontrar en un Centro de Educación Infantil y Primaria.
El trabajo en infantil y los ciclos inferiores se centra más en el desarrollo de las habilidades perceptivas. Para ello se plantean juegos y tareas que impliquen el trabajo del esquema corporal, el equilibrio, la coordinación o las percepciones espacial, temporal y espacio temporal. Existe multitud de actividades y ejercicios con pelota arcoíris motivantes para el alumnado de estas edades. En este caso se expone el siguiente:
En este ejercicio de lanzamiento, se coloca al alumnado en un extremo de la sala dentro de un aro situado en el suelo. Un alumno/a se coloca en el otro extremo de la sala en una zona de lanzamiento delimitada. Cuando la pelota sea lanzada los alumnos/as de dentro de los aros intentarán esquivarla realizando cualquier movimiento que quieran, pero siempre dentro del aro.
Es recomendable llevar a cabo este juego en espacio delimitado, de manera que la pelota pueda rebotar en las paredes dando mayor dinamismo.
Para el trabajo con el alumnado de cursos superiores planteamos un conjunto de sesiones cuyos objetivos son, a través de ejercicios de pases, lanzamientos, golpeos y recepciones con bolas arcoíris, desarrollar aspectos como el trabajo colaborativo, creación de conciencia de grupo, tomar conciencia de sus posibilidades y la ocupación efectiva de los espacios de juego. Como tareas o juegos más significativos se proponen los siguientes.
Tras la práctica de juegos más clásicos como 'pase 10' o 'balón torre', se introduce un objetivo a la dinámica: el gol. En este ejercicio de pases y recepción jugamos con una pelota arcoíris en la pista de fútbol-sala. Se conforman dos equipos de manera que uno defienda en una portería y ataque en la otra y viceversa. El alumno/a poseedor de la pelota no puede desplazarse con ella, de manera que el móvil debe desplazarse mediante pases. El defensor/a debe mantener una distancia de un metro o un brazo de separación con el anterior. El intercambio de la posesión de la pelota se produce cuando es interceptada en un pase o pelota suelta, cuando sale por la línea de fondo o lateral o tras gol. Puede haber un jugador/a que se coloque como portero/a y el resto, tanto en ataque como en defensa, pueden invadir el área. En cuanto a los tantos, el primer gol de cada jugador/a tendrá un valor de tres puntos y el resto de veces que anote un punto. De este modo se consigue que se busque a todo el alumnado a la hora de marcar gol.
Durante el desarrollo del ejercicio de pases debe hacerse mucho hincapié en lo que denominamos 'pases asumibles'. Estos son aquellos pases que pueden ser efectuados con seguridad de ser recepcionados. Se consigue de este modo que alumnos y alumnas tomen conciencia de qué pases van siendo capaces de realizar y que se muevan por el espacio de juego buscando espacios en los que recibir la pelota con menor riesgo.
Este ejercicio de lanzamiento puede realizarse también en la pista de fútbol sala, pero gana mayor dinamismo en media cancha y, a ser posible, en un espacio cerrado. Se marcan cuatro áreas con conos en cada una de las esquinas del campo (2 metros de lado). Dentro de estas áreas se colocan cinco bloques en forma de número 'pi'. No se puede invadir esta zona a no ser que la pelota quede 'muerta' en ellas. Conformamos dos equipos. Cada uno de ellos atacará dos áreas y defenderá otras dos. Los puntos se conseguirán lanzando contra los bloques que defiende el equipo rival. Se sumarán tantos puntos como bloques hayan sido derribados con un mínimo de un punto y un máximo de cinco. Las reglas de defensa y cambio de posesión de la pelota serán: el defensor/a debe mantener una distancia de un metro o un brazo de separación con el anterior; el intercambio de la posesión de la pelota se produce cuando es interceptada en un pase o pelota suelta, cuando sale por la línea de fondo o lateral o tras gol.
Los objetivos son los mismos que en el ejercicio anterior, pero en este caso tendrá mayor relevancia la ocupación efectiva de los espacios, pues una acumulación de jugadores/as en una zona dificultará el juego suponiendo, por tanto, que en otra zona del campo va a haber espacios y jugadores/as libres con mayor facilidad para anotar.
Este ejercicio de golpeo y recepción se trata de una modificación del deporte homónimo en el que se incluyen variantes como: golpear con una pelota de plástico de un tamaño un poco más grande para aumentar las posibilidades de éxito en el golpeo en ataque y de las recepciones en defensa; batear con las extremidades superiores (mano, puño o incluso antebrazo) para, por un lado, desarrollar o madurar de la coordinación óculo-manual y, por otro, asentar la dominancia lateral y/o experimentar con el ambidextrismo; y también, en la opción de golpear con el bate, adaptar el juego para que, tras el segundo strike, exista la posibilidad de batear con una raqueta de tenis.
El espacio en el que se desarrolla este juego es la pista exterior de fútbol sala. Colocamos un aro como zona de bateo, otros tres como primera, segunda y tercera base, y un último como la zona del lanzador. La última base, la de anotación, se marca con dos conos a modo de portal.
Las reglas en este juego pueden cambiar dependiendo quién lo plantee y los objetivos pretendidos.
Las más significativas de esta variante son:
· En ataque. Cualquier golpeo en el cual la pelota bote en primer lugar delante del bateador o bateadora será considerado como válido y que en caso de que dos personas del mismo equipo coincidan en una base, la que haya llegado en último lugar quedará eliminada.
· En defensa. Si un jugador/a captura la pelota en el aire únicamente queda eliminado quien haya bateado en ese momento, el resto vuelve a la base que ocupaba (así se garantiza que todo el mundo tenga opción de batear). Tras capturar la pelota después de un bateo, el jugador/a que la tenga no puede desplazarse con ella, ha de llegar a la zona del lanzador a través de pases (puede ponerse un número mínimo de pases). El lanzador puede salir de su aro para participar de la jugada pero en el momento de posar la pelota para cortar la carrera debe encontrarse dentro del mismo.
Al tratarse de un ejercicio practicado en espacios amplios con muchas opciones de trayectorias tras el golpeo, el propio alumnado toma conciencia de la necesidad de situarse estratégicamente en el terreno de juego, también de que la pelota circula más rápidamente a través de pases y, por tanto, de la necesidad de interactuar con el resto de componentes del equipo.
Una de las recomendaciones metodológicas que debemos tener en cuenta dentro de las escuelas es ofrecer situaciones que permitan al alumnado alcanzar éxitos, es decir, formular planteamientos y adaptaciones que permitan obtener progresivos aprendizajes hasta, finalmente, llegar a los objetivos que como docentes hayamos planteado. De lo contrario, en caso de solicitar unas metas rígidas o excesivamente complejas, se corre el riesgo de que niños y niñas no sientan interés por la tarea y que, por tanto, no se logre crecimiento alguno. Se pierde la motivación.
En todas las áreas los recursos materiales que se emplean juegan un papel importante en los planteamientos y aprendizajes. Más si cabe en un área fundamentalmente práctica y manipulativa como es la Educación Física. Es por ello que tener acceso a materiales de calidad y en buen estado es esencial.
Es aquí donde cobra protagonismo la segunda parte del título de este apartado: contar con un material 'fiable'.
Manipular un material que sabes cómo va a responder no sólo va a facilitar la adquisición de una habilidad o un gesto técnico concreto, va a permitir al individuo prestar atención a otros estímulos que estén teniendo lugar mientras se desarrolla la actividad potenciando el mecanismo de percepción y permitiendo entonces un trabajo más centrado en los mecanismos de decisión y ejecución, aspectos estos tres fundamentales en los procesos de Aprendizaje y Desarrollo Motor.
De un modo ejemplificado, la ausencia de la incertidumbre en el uso de un material (en este caso una pelota), podría facilitar la integración de una destreza como el bote para, progresivamente, ir incorporando nuevas adaptaciones o estímulos como pudieran ser, en situaciones de juego específico, conos para hacer un zig-zag, aros por los que tuviera que pasar la pelota… y, de cara a situaciones más globales, la inclusión de compañeros/as u objetivos que alcanzar con el móvil.
Para el desarrollo de este apartado se establecerá una clasificación que resultará familiar a los docentes de Educación Física: factores extrínsecos y factores intrínsecos.
Dentro de los factores extrínsecos se contemplan aquellos sobre los que los usuarios, tanto docentes como alumnado, tenemos influencia. Entre ellos se destacarán los siguientes:
· Hacer un uso adecuado de la pelota arcoíris. Dentro de la polivalencia que se pretende al adquirir este material en concreto, es conveniente no utilizarlo para fines a los cuales no está destinado. Por ejemplo: golpear las pelotas con el pie o contra la pared, ejercer demasiada fuerza sobre ellas…
· Llevar a cabo un correcto mantenimiento. Este aspecto se centra principalmente en su inflado y en respetar la presión indicada por el fabricante. Una revisión periódica permitirá que las pelotas arcoíris se encuentren siempre en óptimas condiciones de uso.
· Guardado y almacenaje estable. No sólo se refiere a tener las pelotas o cualquier material ordenado y a la vista para poder localizarlos cuando se precise, sino a que se almacenen de una manera lo más 'aislada' posible, es decir, que en su lugar de guardado no se encuentren presionadas por otros útiles. Otro condicionante que cabría tener en cuenta es que el cuarto de material se encuentre siempre a una temperatura más o menos estable.
El no cumplimiento de estas premisas puede provocar que la pelota se deforme y, por tanto, deje de ser regular en sus trayectorias en situaciones como botes o vuelos; o que directamente sufra daños irreparables que imposibiliten su uso, impidiendo en fin último de cada una de nuestras actuaciones: el aprendizaje.
Factores intrínsecos se consideran aquellos propios del material, en este caso, de las pelotas arcoíris. Son sobre los que no ejercemos más influencia que la de conocer las necesidades de nuestro alumnado y escoger lo que más se adecúe a ellas. Entre otros, pueden valorarse los siguientes factores:
· Tamaño. Atendiendo a la edad de nuestro alumnado y a la naturaleza o los objetivos de las tareas que vayamos a realizar, se deben escoger pelotas de uno u otro tamaño.
· Materiales. El material en el que esté fabricada una pelota condicionará en muchos casos la práctica para la que vaya a ser utilizada. Así no utilizaremos pelotas de espuma para trabajar los botes, pero sí pueden ser muy útiles para juegos de lanzamientos en los que puede haber impactos. De igual modo, una pelota de plástico bota y rebota muy bien, pero puede resultar más lesiva en caso de impactar en un niño o niña.
· Tacto. Es este un aspecto fuertemente relacionado con el anterior, pues en numerosas ocasiones el material con el que esté elaborada una pelota va a influir en su tacto. En este sentido, una pelota con cierto grado de rugosidad o blanda va a favorecer su manipulación o sus agarres; del mismo modo va a resultar más lenta en su vuelo favoreciendo así la observación de las trayectorias o la anticipación para las recepciones en los primeros momentos de aprendizaje de estas destrezas.
· Aspecto. Un material que resulte atractivo al alumnado es un material que van a querer utilizar. Surge ahí la motivación que, tal y como se ha comentado anteriormente, es fundamental para que se produzca los aprendizajes. Es este un aspecto a tener muy en consideración, pero no es el único. Un aspecto llamativo o colorido va ser más fácil de ser percibido a través del canal visual, facilitando de este modo la observación del trayecto del móvil en el aire para ejecutar otras acciones posteriormente. Se desarrollan pues, entre otras, las capacidades perceptivo-motrices espacial y espacio-temporal.
La pelota es un instrumento fundamental en la escuela, imprescindible en el área de Educación Física por la gran cantidad de situaciones de aprendizaje que nos permite plantear. Conocer sus características y potencialidades, mantenerlas en buenas condiciones y adecuar su uso a las necesidades de nuestro alumnado son aspectos necesarios para alcanzar las metas que propongamos.
DAVID FERNÁNDEZ BALFAGÓN
Alumno y maestro rural. Fuertemente comprometido con su entorno.
Diplomado en las especialidades de Educación Física y Lengua Extranjera-Francés por la Universidad de Zaragoza, cuenta además con habilitaciones en otros idiomas como inglés y catalán.
Comienza su andadura en los coles en 2010. Desde 2020, tutor y especialista en el área de EF en el CEIP Juan Ramón Alegre de Andorra (Teruel), donde además desempeña coordinaciones en programas como el Escuelas Promotoras de la Salud.
Enamorado del patio, del pabellón, de la pista y del estadio. Nunca pierde la ocasión de jugar y ver jugar.